lunes, 12 de septiembre de 2011

Piel artificial sensible

Seguimos con el proceso de "humanización de los robots". Creo haberlo comentado hace tiempo, pero en el campo de la robótica, se tiende muchas veces ha humanizar a los robot, es decir, a intentar que su aspecto y su comportamiento sea cada vez más similar al del ser humano. Sin embargo, hablando con una amiga de la carrera, con la especialidad de robótica, comentábamos que quizá es más importante "robotizar" a los humanos, perfeccionar órganos, extremidades, etc, robóticas para mejorar la vida de aquellos que han perdido su capacidad de andar, o que les falta un órgano, por ejemplo.

Pero en este caso, esta humanización de los robots, está basada en la perfección de elementos que quizá en un futuro pueden mejorar la calidad de vida de los humanos.

Investigadores de la Universidad Técnica de Munich (TUM) han diseñado unos brazos robóticos articulados capaces de reaccionar al calor o las caricias. Los científicos pudieron proporcionar esta capacidad a las máquinas, gracias a unas pequeñas placas hexagonales que, al unirse, dan lugar a una piel artificial sensible. Con ella, los robots han podido percibir señales externas. La primera prueba realizada con estos sensores ha culminado con éxito.
Gracias a esta piel, los robots podrán sentir la temperatura exterior y reaccionarán ante el contacto físico, es decir, serán conscientes del calor y del frío, de la misma forma que sentirán el roce de una caricia.

Con esta información táctil, será posible por primera vez que las máquinas aumenten su percepción de la realidad, facilitada además por los ojos de una cámara, los escáneres infrarrojos o las manos articuladas.



Para lograr este avance, los investigadores de la TUM fabricaron unas pequeñas placas hexagonales -del tamaño de una moneda-, que, al unirse, forman una piel sensible. Este trabajo se ha publicado en IEEEXplorer.

"En contraste con la información táctil proporcionada por la piel, el sentido de la vista es limitado, porque los objetos se pueden ocultar", explica Philip Mittendorfer, científico que trabaja en el desarrollo de la piel artificial en el Instituto de Sistemas Cognitivos de la TUM.
La pieza central que conforma esta nueva cubierta robótica es un tablero de cinco centímetros cuadrado con una placa hexagonal integrada. Cada pequeña placa de circuito consta de cuatro sensores infrarrojos que reconocen la presencia de cualquier elemento a menos de un centímetro de distancia.

Además, la placa contiene seis sensores de temperatura y un acelerómetro. Esto permite que la máquina registre con total precisión el movimiento de miembros individuales, por ejemplo, de sus brazos, y por lo tanto que sepa qué partes del cuerpo acaba de mover.
Placa a placa, todas las partes de este sistema de estructura completamente plana se colocan en forma de panal. Para que el robot tenga la capacidad de detección, las señales de los sensores son procesadas por un ordenador central.

Según el responsable del proyecto, "cada módulo sensorial pasa no sólo su propia información, sino que también sirve como centro de datos para los diferentes elementos sensoriales. Esto sucede automáticamente, asegurando que las señales lleguen de forma alternativa en caso de que una conexión falle".
Por el momento, sólo una pequeña porción de piel se encuentra completa. Está formada por 15 sensores repartidos por los diferentes puntos del brazo robótico desarrollado. Pero según el supervisor del proyecto, van a terminar de crear toda la piel y a generar un prototipo que esté completamente acabado con estos sensores, y que así pueda interactuar de nuevo con su entorno.

Los logros sensoriales no son los únicos aspectos pioneros de este proyecto. "Más allá de estas características, estas máquinas serán algún día capaces de incorporar nuestras capacidades neurobiológicas fundamentales y formar su propia impresión del entorno", concluyen los investigadores de la TUM.

Fuente: Tendencias21.net

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